El pozo, construído en el siglo XVIII, con 13 metros de profundidad, es un ejemplo de la arquitectura de la piedra en seco y del comercio de la nieve. Junto a él hay restos de la casa del nevater, de un pozo auxiliar y de “ventisqueros” o muros para recoger nieve.
El comercio de la nieve en la provincia de Alicante
El comercio y consumo de nieve fue una actividad muy arraigada en toda la zona del mar mediterraneo. Existen antecedentes escritos que enmarcan sus orígenes en tiempos de los romanos (2000 a.c), el Antiguo Egipto, el lejano Oriente y Mesopotamia. En España, se popularizó y tuvo su gran desarrollo entre los siglos XVI y XIX periodo en el cual, el Reino de Valencia fue uno de los principales productores y consumidores debido a una serie de circunstancias que así lo favorecieron: veranos calurosos, estilos de vida refinados, enfermedades… Por su parte, el puerto de Alicante llegó a convertirse en un importante centro logístico que exportaba nieve llegada desde las montañas y pozos de toda la provincia, al norte de África e Islas Baleares. A mediados del siglo XX, con la aparición de las primeras neveras domésticas, el consumo de nieve cae en completo desuso.
1. Recolección: Durante los meses de invierno, con la llegada de las primeras nevadas, se procedía al llenado de los pozos. Dicho trabajo era dirigido por un capataz y realizado por jornaleros los cuales se dividían en dos grupos principales: los recolectores y los procesadores. Los primeros se encargaban de recoger y transportar la nieve desde los ventisqueros y sus aledaños hasta el pozo utilizando para ello capazos de esparto, palas y azadones. Los segundos permanecían en el interior del pozo prensando con mazos y hasta convertirla en hielo, la nieve que los recolectores les arrojaban. Una vez llenado el pozo, se procedía a tapar y cerrar la puerta.
2. Extracción: Llegada la época estival, se reabría el pozo para retirar la nieve compactada y convertida ahora en hielo. Este proceso era conocido como “Picar la neu”. La extracción se realizaba mediante capazos atados a una cuerda y con la ayuda de una polea ubicada sobre la puerta. La nieve extraída, era nuevamente comprimida en moldes de madera para darle forma de bloque y poder así facilitar su manipulación y cuantificación. Todas estas labores se realizaban durante la noche y, a la sombra, durante las primeras horas de sol.
3. Transporte: Cada carga de nieve extraída y moldeada, era pesada mediante una balanza romana. Habitualmente, una carga solía pesar en torno a ciento quince kilogramos. Los arrieros eran los encargados de realizar todo el transporte y abastecimiento de nieve hasta las ciudades, pueblos y puntos de consumo. Dicho acarreo se realizaba a lomos de bestias de tiro (caballos o burros) y con las cargas envueltas en paja y mantas. Con tal de evitar grandes pérdidas por el calor, el aprovisionamiento se realizaba preferiblemente durante la madrugada, a horas muy tempranas ya que, en la mayoría de las ocasiones, las pérdidas eran del orden de un veinte o treinta por ciento provocando así un incremento en el precio final.
4. Distribución: Desde los aproximadamente setenta depósitos de nieve localizados a lo largo y ancho de la provincia de Alicante, se abasteció durante un poco más de cuatro siglos a las principales ciudades y pueblos de dicha región así como al sur de la provincia de Valencia. A la entrada de cada pueblo, en las denominadas oficinas de consumo, la carga transportada por los arrieros era pesada con el propósito de cuantificar los kilogramos de hielo que se introducían para expedir. El periodo de venta solía ser aproximadamente de seis meses (Mayo – Octubre), durante los cuales, la nieve se expedía en las nevaterías, en el caso de las principales poblaciones y, en plantas bajas y lugares céntricos en el resto de municipios. El uso culinario y gastronómico junto con las propiedades medicinales y terapéuticas eran las principales aplicaciones del consumo de nieve. A comienzos de la Edad Moderna, las clases adineradas se sumaron a una nueva moda desconocida en la región: la afición por las bebidas frías. Estos no llegaban a concebir una vida sin realizar gastos en nieve para el consumo de bebidas y el refresco de alimentos. Además, durante el siglo XIX, se produjo un incremento en el consumo de dicho producto hecho que provocó la aparición de nuevos profesionales como son los horchateros y heladeros. Estas nuevas figuras terminaron produciendo toda una nueva serie de productos gastronómicos innovadores e inexistentes hasta la fecha.